sábado, 22 de abril de 2017

A ti Gloria...


Recuerdo que cuando era niño, los adultos ponían sus libros en estanterías altas, desde ahí abajo era imposible satisfacer esa curiosidad innata de los pequeña ojos de cotillear por todas partes… otros muebles donde dormían los libros de los mayores, guardaban tomos gruesos de enciclopedias, aparentemente muy pesados, Los cuales veo como con la llegada de Internet y la invención de Wikipedia, han ido perdiendo uso y ganando polvo…

Las primeras baldas que rodearon mi infancia, por fin accesibles para bracicortos, acogían un par de libros de los cinco, la colección de Manolito gafotas de Elvira Lindo, novelas de la editorial barco de vapor, un diccionario de segundo de EGB, una herencia de ajados libros de texto pintarrajeados y manoseados por mi hermano mayor.

Y… Gloria fuertes, me asaltan las portadas de algunos libros que tuve de esta autora una serie de cuentos, que alternaba con cassettes con otros relatos infantiles, que esperaba como el sultán de Scherezade, el diccionario estrafalario, que competía con aquel de segundo de EGB con hilarantes, abstractas y profundas definiciones poéticas, una poesía que por algún motivo no rimaba, Como me habían enseñado, pero que aún así me gustaba…

Con el tiempo, los años y llegando ya a estanterías más altas fui conociendo a esta poeta, que no sólo escribía versos para entretener a los niños, sino que también hacía pensar, viéndose entre sus líneas humor, ironía, y una profunda crítica social… Como a aquella guerra a la que ella muy bien llamó “In-civil”.

La poeta de los niños, presentaba otra faceta más imperceptible a la mirada de los pequeños. Se nos ofrece ahora una exposición, celebrando que se cumplen 100 años de su nacimiento, una presentación de su obra y vida más allá de las páginas con incluso objetos personales. Una exposición que es una extensión más de aquella "nota autobiográfica”, que ya hacía referencia a este nacimiento, en el cual, parafraseando a Gloria, su madre casi se muere por vivirla.

Y es también a la madre a quien debemos dar las gracias por hacer ese esfuerzo en ese difícil parto, y traernos a esta mujer, de Lavapiés. Esa niña grande de voz de trapo, una adelantada a su tiempo, una feminista, una luchadora y un artista que empezó haciendo de la vida de los niños un caramelo, como aconsejaba en su diccionario estrafalario. Enseñándonos que por un lado la poesía, siendo uno de los géneros más difíciles, más fáciles a la vez y más corazonales… debía de pellizcar, hacer daño y acariciar.